La llegada de un bebé a la familia es una experiencia revolucionaria en todos los sentidos. Desde sólo desear al bebé, imaginarlo, se comienzan a producir cambios internos en nosotras como madres, en los padres y todo el entorno familiar.

Esto va conformando un vínculo afectivo muy poderoso. Sería algo así como un hilo imaginario que nos une con nuestro hijo/a y que con el tiempo cambia de color, de grosor, de forma… pero siempre permanece. Nuestros hijos van progresando, van dando “pasitos” en su desarrollo y nosotras tenemos que ir acomodándonos a esos cambios. Luego en el desarrollo hay un impulso por crecer, por ser cada vez más autónomos, y es esta fuerza la que tenemos que aprovechar para que las separaciones sean sanas y oportunas.

Por tanto, la realidad manda, y cada uno tendrá sus propias circunstancias personales para elegir el momento más idóneo. Pero sí es cierto, que sería importante tener en cuenta ciertos aspectos del niño, de la familia y de la forma de hacerlo que influyen en el éxito de estas separaciones.

Raquel Huéscar, es Licenciada en Psicología y cuenta con una dilata experiencia como psicóloga infantil y crianza. Desde EnBrazos, empresa dedicada a la selección y formación de niñeras y cuidadoras, y en la que colabora, nos dá unos consejos para afrontar este momento.

• 1. Es muy importante tener en cuenta el momento evolutivo del niño. Existen periodos más vulnerables que otros para iniciar la separación. Durante los cinco primeros meses la fusión con la mamá es total, por lo que en este momento la disponibilidad ha de ser mayor. A partir de ahí,  los niños van pasando por diferentes etapas que hacen, por ejemplo, más vulnerable en las separaciones los periodos alrededor de los 8 meses (se acrecenta la angustia por separación) y que se facilitan en torno a los dos años. Alrededor de los dos años momento la mayoría de los bebés se han vinculado con sus madres, y han aprendido a confiar en esa relación. Han experimentado una serie de separaciones y han aprendido a aceptarlas.

• 2. Cuida la forma en la que se produce la separación. Realiza progresivamente la adaptación, pasa tiempo con el bebé, habla con sus cuidadoras, … que identifique que son “amigas de mamá”. Y cuando llega el momento de irse: despídete, aunque llore (de hecho, los niños con un apego seguro llorarán al principio, aunque luego se les pase). Dile que vas a volver… Explícale según sus rutinas, que volverás después de la comida, de la siesta… Ellos no entienden la noción del tiempo, pero si sus rutinas.

• 3. Es fundamental la calidad del vínculo que se establece con las personas que nos sustituyen en nuestras funciones: cuidadora, educadora en la escuela infantil, abuelos… Cuanto mejor sea el vínculo, mejor será la adaptación.

• 4. Confía en ti y en tu criterio, las culpas nunca fueron buenas. Es importante ser honesta con una misma y poder ver la clase de madre que una es (quiero dejar de trabajar un tiempo, prefiero reincorporarme a mi trabajo…  o bien no tengo más remedio). Relacionarse con una misma eliminando la culpa lo hará todo más fácil. Intenta decidir por ti misma, sin que nadie tenga que decirte qué es lo más adecuado para tu bebé. Cuanto más segura te encuentres, más escuchada y entendida por las personas con las que se queda tu bebé, menos ansiedad inconsciente que repercutirá en el niño y más fácil será la adaptación. Cada familia encuentra su propia solución y su propia manera de “ser madre” o “ser padre”.

• 5. Prioriza. Una vez incorporada tendrás muchas cosas en la cabeza, mucho por hacer, la casa, el orden… Pero sin duda, lo más importante, será que dediques todos los días un tiempo al margen con tu hijo donde disfrutar, acercaros y relajaros.

Las separaciones sanas y oportunas del entorno familiar hacen que nuestros hijos se enriquezcan y quieran a otras personas, se divierten con otros niños, crezcan en autonomía y desarrollo. Y para ti será una oportunidad para recordarte que sigues siendo mujer.

Desde Bio-Cord y EnBrazos, nos gusta ayudar a todas las mamás.