Tras una primera fase en animales, mediante la cual se realizó implante de tejido humano en ratones para comprobar la efectividad del tratamiento con células madre, la investigación «avanzo hacia una segunda fase con veinte pacientes bajas respondedoras y con fallo ovárico precoz», explican los responsables del estudio. «En las que se movilizaban células madre, se les extraían en sangre periférica y se volvían a implantar en el ovario para revertir el proceso de envejecimiento y activar los folículos durmientes«.
La segunda fase de la investigación determinó que la técnica utilizada «ayudaba a mejorar la respuesta ovárica y con ello aumentaba la producción de ovocitos, pero al ser las pacientes bajas respondedoras de edad materna avanzada, un porcentaje elevado de los embriones eran aneuploides, es decir, sufrían alteraciones cromosómicas».
La doctora Nuria Pellicer, una de las responsables del estudio, explica que «entre las pacientes bajas respondedoras había mucha variabilidad y, en ocasiones, la variabilidad podía enmascarar resultados». Así, añade, «descubrimos que las pacientes menopáusicas o premenopáusicas, es decir, con fallo ovárico precoz, podían responder mejor al tratamiento y decidimos diseñar una nueva fase del estudio’, ha concluido».
Para la tercera fase se están reclutando actualmente mujeres menores de 38 años y exclusivamente con fallo ovárico precoz. «Esta última fase tendrá dos vertientes: por un lado, se movilizarán las células, se extraerán, y se introducirán de nuevo directamente en el ovario. Y por otro, se intentará una opción menos invasiva, movilizando igualmente las células y dejándolas circular por la zona afectada para revertir el proceso de envejecimiento y favorecer la activación de folículos durmientes«.
FUENTE elimparcial.es (Julio 2018)