Por primera vez en un mono, un equipo de investigadores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE UU ha demostrado que se puede crear hueso a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPSC) originarias de la piel del propio animal.

El estudio, que publica Cell Reports, revela también que el riesgo de que estas células desarrollen tumores es menor del que se creí­a, según trabajos anteriores realizados en ratones inmunodeprimidos.

«Utilizamos un macaco Rhesus porque su fisiologí­a es parecida a la humana», señala Cynhia Dunbar, una de las autoras del trabajo. «Haber demostrado en este organismo que las iPSC son capaces de producir hueso de nuevo sirve como modelo para su aplicación en clí­nica».

Actualmente, se usan injertos óseos provenientes de cadáveres o de las regiones menos crí­ticas del propio paciente

Además, los cientí­ficos de los NIH remarcan la importancia de usar células autólogas, es decir, obtenidas del propio animal. De este modo, los tratamientos inmunosupresores no son necesarios contra los efectos tóxicos de una posible incompatibilidad ya que el donante es el mismo que el receptor.

Actualmente, en los hospitales se usan injertos óseos provenientes de cadáveres o de las regiones menos crí­ticas del propio paciente. «En estos casos, la llegada de sangre es insuficiente para mantener el hueso saludable», explica a Sinc la investigadora.

También se usa la cerámica sola o la mixta con células que se obtienen de la medula ósea. «No obstante estas no tienen el potencial de crecimiento de las iPSC».

«Solo se formaron teratomas [un tipo de tumor] después de la inyección de dosis muy altas de iPSC, e incluso entonces crecieron muy lentamente. Hasta donde sabemos, y hemos seguido a los monos durante más de dos años, este tumor nunca se extendió lejos de la zona de la inyección original», cuenta la cientí­fica.

Sin embargo, cualquier utilización de iPSC en medicina regenerativa implica la diferenciación previa en el laboratorio de estas hacia las células del tejido que se pretende reconstruir, en este caso, las formadoras de hueso.

«Para ello, transformamos las células iPSC en progenitores óseos, es decir, las sembramos en unos andamios de cerámica que se usan en la cirugí­a de reconstrucción de hueso y las implantamos en el macaco. En esta ocasión, se formó hueso de nuevo y no apareció ningún tipo de tumor», declara Dunbar.

Dunbar piensa que la primera terapia con iPSC en humanos será para tratar el alzhéimer. Los autores creen que investigar en un animal como el macaco es necesario para solucionar los problemas de formación de tejido o de inmunidad que no pueden representar los estudios in vitro o en ratones. Las terapias derivadas de este hallazgo podrí­an ser beneficiosas en personas con grandes defectos óseos congénitos o lesiones traumáticas.

En la actualidad el grupo del NIH está trabajando en la diferenciación de células iPSC de macacos en el hí­gado, el corazón y los leucocitos. Con ello pretenden estudiar modelos de hepatitis C, de insuficiencia cardí­aca y de la enfermedad granulomatosa crónica.

FUENTE: www.agenciasinc.es (Junio 2014)
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