Un grupo de investigación de la Universidad de Murcia se planteó que «podría ser interesante enfocarse en el proceso de creación de hueso, es decir, en los osteoblastos», según José María Moraleda, catedrático de la UMU y eso fué lo que hizo dar lugar a una línea de investigación que, de conseguir resultados satisfactorios, puede suponer una revolución en el tratamiento de la osteoporosis, aunque por el momento se encuentra en una fase inicial de estudio.

Lo que llamó la atención a los investigadores es que cuando extraían de los pacientes las células madre mesenquimales (precursoras de los osteoblastos formadores de hueso) y las cultivaban en el laboratorio en condiciones controladas, multiplicando por miles su número, y las infundían al paciente por vía intravenosa, las células no siempre acababan en los huesos y esto era un problema.

Se ayudaron entonces de la colaboración del profesor Robert Sackstein de la Universidad de Harvard, quien ha diseñado una técnica que permite dirigir las células al sitio donde se necesitan, facilitando su adhesión al endotelio de los vasos sanguíneos.

«Los vasos sanguíneos están tapizados en su interior por las células endoteliales. Estas células tienen en su superficie unos receptores, compuestos por una proteína denominada ‘E-selectina’, que es particularmente frecuente en el endotelio de la médula ósea de los huesos. Las células que inyectan por vía intravenosa, como las células madre mesenquimales, circulan por la sangre a una gran velocidad y para llegar a los tejidos (en este caso al hueso), tienen que frenarse, pegarse al endotelio y atravesarlo. El ‘freno molecular’ lo pone la unión de la E-selectina ubicada en el endotelio con un ligando específico denominado HCELL, situado solo en la superficie de algunas células. Las células madre mesenquimales no tienen HCELL, por lo que no pueden frenar y atravesar el endotelio del hueso, por lo que muchas se pierden en la circulación o quedan atrapadas en el pulmón u otros órganos. La técnica del profesor Sackstein, denominada GPS (del inglés glycosyltransferase-programmed stereosubstitution) permite fabricar el ligando HCELL a las células que no lo tienen; es como ponerles un ‘freno molecular’, explica Moraleda.

El trabajo del grupo en el IMIB-Arrixaca consiste, precisamente, en cultivar las células madre mesenquimales de médula ósea multiplicándolas por millones (en la sala blanca) y mediante glicoingeniería bioquímica cargarlas del ligando HCELL con el objetivo de que se una a la E-selectina del endotelio y facilitar que las células madre mesenquimales se frenen uniéndose al endotelio y atravesándolo para llegar al tejido óseo, transformarse en osteoblastos y formar hueso. Estas células madre mesenquimales ingenierizadas se denominan ‘células madre mesenquimales fucosiladas con HCELL’.

Apunta el catedrático que «esas nuevas células, una vez que se inyectan por vía intravenosa a los pacientes, llegan con mucha más facilidad al hueso, y, sobre todo, una vez allí se anclan y empiezan a formar hueso en las zonas donde se necesita, tal y como se ha observado en varios estudios experimentales realizados con ratones tanto por el profesor Sackstein como por nosotros mismos. Estos estudios preclínicos en animales son obligados antes de realizar el ensayo clínico en seres humanos, que ya se está haciendo en colaboración con el equipo de reumatología de la Arrixaca».

FUENTE laverdad.es

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