Cientí­ficos han fusionado células madre y tecnologí­as de ‘órgano en un chip’ para hacer crecer, por primera vez, tejido cardiaco humano en funcionamiento portador de una enfermedad cardiovascular hereditaria. La investigación puede significar un gran paso adelante para la medicina personalizada, ya que es la prueba de que se puede replicar en el laboratorio un trozo de tejido que contiene un trastorno genético especí­fico.

El trabajo, publicado en la revista ‘Nature Medicine’, es el resultado de un esfuerzo de colaboración que reunió a cientí­ficos del Instituto de Células Madre de Harvard, el Instituto Wyss para la Ingenierí­a Inspirada en la Biologí­a, el Hospital de Niños de Boston, la Escuela de Ingenierí­a y Ciencias Aplicadas de Harvard y la Escuela de Medicina de Harvard, todas estas instituciones en Estados Unidos.

Mediante el uso de un enfoque interdisciplinario, los investigadores diseñaron la enfermedad cardiovascular de sí­ndrome de Barth, un raro trastorno cardiaco ligado al cromosoma X causado por la mutación de un solo gen llamado Tafazzin o TAZ. El trastorno, que actualmente es intratable, aparece principalmente en los niños y se asocia con una serie de sí­ntomas que afectan a la función cardiaca y el músculo esquelético.

Los investigadores tomaron células de la piel de dos pacientes con sí­ndrome de Barth y las manipularon para convertirlas en células madre con mutaciones TAZ. En vez de usar células madre para generar células cardiacas individuales en un plato de laboratorio, cultivaron las células en chips alineados con las proteí­nas de la matriz extracelular humana que imitan su hábitat natural, engañando a las células para que se unan como lo harí­an si estuvieran formando un corazón humano enfermo.

El tejido enfermo creado mediante ingenierí­a se contrae muy débilmente, como se ve en el músculo del corazón de pacientes con sí­ndrome de Barth. Estos expertos usaron entonces la técnica de edición del genoma para que TAZ mutara en células normales, lo que confirma que esta mutación es suficiente para provocar la contracción débil en ingenierí­a tisular. Por otro lado, administrar un producto del gen TAZ al tejido enfermo en el laboratorio corrigió el defecto contráctil.

Además, los cientí­ficos descubrieron que la mutación TAZ funciona de tal manera que interrumpe la actividad normal de las mitocondrias, a menudo llamadas las plantas de energí­a de la célula, pero la mutación no parece afectar a la oferta total de energí­a de las células. En lo que podrí­a ser una función recientemente identificada de las mitocondrias, los investigadores describen una relación directa entre la función mitocondrial y la capacidad de una célula del corazón a construirse a sí­ misma de un modo que le permite contraerse.

«La mutación TAZ hace que las células del sí­ndrome de Barth produzcan una cantidad excesiva de especies reactivas del oxí­geno o ROS, un subproducto normal del metabolismo celular liberado por las mitocondrias, que no habí­a sido reconocido como una parte importante de esta enfermedad», explica uno de los investigadores, William Pu, quien añade que el equipo ha demostrado que, al menos en el laboratorio, si se apaga la producción excesiva de ROS se puede restaurar la función contráctil.

FUENTE: EuropaPress (11/05/2014)