Un estudio preclínico publicado en ‘Stem Cell Reports’, los investigadores desarrollaron una terapia basada en células madre para generar injertos de piel para cubrir los defectos mielomeningocele antes del nacimiento. Primero generaron piel artificial a partir de células madre pluripotentes inducidas humanas (iPSCs) y luego transplantaron con éxito los injertos de piel en fetos de rata con mielomeningocele.

«Proveemos pruebas preclínicas de concepto para una terapia fetal que podría mejorar los resultados y prevenir las complicaciones de por vida asociadas con mielomeningocele, uno de los defectos congénitos más graves», dice el autor del estudio Akihiro Umezawa, del Instituto Nacional de Investigación para la Salud y el Desarrollo del Niño en Japón. «Dado que nuestro tratamiento con células fetales es mínimamente invasivo, tiene el potencial de convertirse en un tratamiento novedoso muy necesario para el mielomeningocele», añade.

Mielomeningocele, que es la forma más grave y común de espina bífida, es un defecto del tubo neural en el que los huesos de la columna vertebral no se forman completamente y como resultado, partes de la médula espinal y los nervios salen a través de la parte abierta de la columna vertebral. Un bebé nacido con este trastorno tiene un área abierta o un saco lleno de líquido en la parte media de la espalda baja. La mayoría de los niños con este defecto están en riesgo de daño cerebral porque se acumula un exceso de líquido en sus cerebros y a menudo experimentan síntomas como pérdida del control de la vejiga o el intestino, pérdida de sensibilidad en las piernas o los pies y parálisis de las piernas.

Por lo general, los bebés nacidos con mielomeningocele se someten a cirugía para reparar el defecto dentro de los primeros días de vida y algunos centros altamente especializados también ofrecen cirugía intrauterina para cerrar el defecto antes de que nazca el bebé. Aunque la cirugía prenatal puede mejorar los resultados neurológicos posteriores en comparación con la cirugía postnatal, también se asocia con mayores tasas de parto prematuro y otras complicaciones graves, lo que subraya la necesidad de terapias fetales seguras y efectivas.

Para abordar este problema, Umezawa y su equipo se propusieron desarrollar un enfoque mínimamente invasivo para generar y trasplantar injertos de piel que podrían cubrir defectos de mielomeningocele más temprano durante el embarazo, mejorando potencialmente los resultados a largo plazo y reduciendo los riesgos quirúrgicos. En particular, estaban interesados en utilizar la tecnología iPSC, que implica la reprogramación genética de las células de los pacientes a un estado de células madre embrionarias y luego convertir estas células inmaduras en tipos de células especializadas que se encuentran en diferentes partes del cuerpo.

En total, llevó aproximadamente 14 semanas desde la preparación del líquido amniótico a la generación de piel en 3D. A continuación, los científicos trasplantaron los injertos en 20 fetos de rata a través de una pequeña incisión en la pared uterina. La piel artificial cubrió parcialmente los defectos mielomeningocele en ocho de las ratas recién nacidas y cubrió completamente los defectos en cuatro de las ratas recién nacidas, protegiendo la médula espinal de la exposición directa a los productos químicos nocivos en el medio externo.

Por otra parte, la piel 3D injertada se regeneró con el crecimiento del feto y aceleró la cobertura de la piel durante todo el periodo del embarazo. Cabe resaltar también que las células de la piel trasplantadas no condujeron a la formación de tumores, pero el tratamiento redujo significativamente el peso al nacer y la longitud corporal.

«Estamos animados por nuestros resultados y creemos que nuestra terapia de células madre fetales tiene un gran potencial para convertirse en un nuevo tratamiento para el mielomeningocele». Sin embargo, se necesitan estudios adicionales más granes en animales para demostrar que nuestra terapia de células madre fetales promueve a largo plazo la regeneración de la piel y la mejora neurológica de manera segura».

FUENTE ecodiario.eleconomista.es (Junio 2017)

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