Una nueva esperanza para quienes padecen enfermedad renal terminal ha surgido gracias a un estudio reciente de Mayo Clinic. Más de 4 millones de personas en el mundo requieren diálisis, y muchas dependen de una fístula arteriovenosa (FAV) para que ese tratamiento funcione. Pero en alrededor del 60 % de los casos, esa fístula no da el rendimiento esperado por el estrechamiento de la vena.

Para mejorar esto, los investigadores usaron células madre mesenquimales derivadas del tejido graso del propio paciente, inyectándolas en la vena antes de crear la FAV. Esas células parecieron reducir inflamación y evitar que la vena se estrechara tanto, permitiendo que la fístula funcionara mejor y por más tiempo.

En el estudio clínico (fase 1) participaron 21 personas: 11 recibieron las células madre, 10 no. En quienes recibieron el tratamiento, las fístulas cicatrizaron más rápido y fueron más duraderas. No todos respondieron igual: los científicos luego identificaron ciertos marcadores genéticos que podrían predecir quién se beneficiará más de este método.

Los autores creen que, si se valida en ensayos mayores, esta estrategia podría cambiar la forma de tratar la insuficiencia renal, reducir costos y optimizar los accesos a la diálisis.

FUENTE newsnetwork.mayoclinic.org